miércoles, 23 de junio de 2010

El calcio y los siete pecados capitales

EL CALCIO Y LOS SIETE PECADOS CAPITALES


Es de todos conocido la denominación de Calcio como el fútbol de Italia, país de gran tradición futbolera. Pero se preguntarán qué tiene que ver el fútbol con los pecados capitales.

Un recorrido por la historia del deporte más popular del mundo nos lleva hasta el siglo XI. El Papa Gregorio VII inicia una trascendente reforma interna de la Iglesia que abrió el camino de la separación entre la investidura eclesiástica y la feudal. Entre una serie de normas, dictó que la confesión en público era sagrada y obligatoria. Entonces, los fieles debían delatar a los miembros de la comunidad que cometieran algún pecado, confesiones realizadas durante la época de la Semana Santa.

Y en un intento de deshebrizar a la Iglesia Católica-para separarla de los orígenes hebreos-, se establecen los siete pecados capitales. Gregorio VII se dio cuenta que era necesario crear un pivote de alivio para la presión a que estaban sometidos los feligreses frente a las cambios, y así instituye la semana del “Carnaval” (la carne vale). Aquella festividad permitía cometer los pecados capitales, sin libertinaje sexual, durante esa semana-uno durante cada día-, y los pecadores portaban máscaras para guardar el anonimato.

Al término del Carnaval se celebraba una fiesta para purificar el alma de los pecadores. Cada uno limpiaba su propia casa y se lavaba el cuerpo con trapos de cocina. Hacían una bola con los trapos y la sacaban a patadas de la casa, símbolo de rechazo al pecado. Después trataban de introducirla por la puerta de algún vecino, y el miembro más pequeño de esa casa debía cuidar la puerta, representado a la pureza e inocencia que evitaba que el pecado entrara a su hogar.

Sucedía que los habitantes de un pueblo iban pateando las bolas de trapo hasta el pueblo más cercano y se topaban con los vecinos que hacían lo mismo que ellos. Surgían encuentros violentos y también divertidos en los que todos defendían su territorio. Se dieron cuenta que resultaba ser una actividad entretenida, y entonces alguien tuvo la brillante idea de hacer una pelota de cuero y comenzaron a organizar el juego donde participaban cientos de personas, sin regla alguna.

El juego fue evolucionando hasta que en el siglo XIV se disputaba en Florencia el Calcio (giuoco del calcio, juego de la patada), entre dos equipos de 27 jugadores con seis árbitros. Se permitía el uso tanto de las manos como de los pies.

Y fue hasta el siglo XIX cuando el Marqués de Queensberry, suegro de Oscar Wilde, estableció las normas del fútbol que incluía once jugadores por equipo.

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